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  • Foto del escritorJuan Carlos Martínez

¿Qué tan seguro es lo que construimos?

El webcast EnConcreto, una iniciativa que llevamos adelante mis hermanos y colegas Eric Martínez y Juancho Amado, la que emitimos los miércoles en horario vespertino a través de nuestro canal de YouTube, pretende llevar la ingeniería a todo tipo de audiencia y comentar acerca de eventos y casos relacionados con esta industria. Es una incubadora, un hervidero de temas interesantes y la motivación para abordar algunos temas como el que traigo a colación en esta entrega.


Durante algunas semanas me he mantenido alejado del blog de GEODINAMICS ya que hemos estado bastante ocupados con algunas entregas y mi mente y tiempo se han abocado totalmente a cumplir con dichos compromisos, pero prometo ponerme al día próximamente y, para ello, quisiera empezar con el texto correspondiente al fin de mes, relacionado con el tema ético. Mi compromiso ha sido elaborar un texto en el último lunes de cada mes, abordando este tema.

Últimamente, han ocurrido algunos incidentes que nos han hecho cuestionar la seguridad de las edificaciones e instalaciones en las cuales vivimos o nos desempeñamos en nuestro día a día. Entre ellas tenemos, losas de techo caídas, balcones caídos, hundimiento de calles y tuberías y, finalmente, tenemos el caso de un niño que fue encontrado sin vida dentro de una cuneta abierta en un residencial. Si bien es cierto, estas noticias no se frecuentes, nos han puesto a pensar y cuestionar sobre el tema de la seguridad en las edificaciones.


Podríamos preguntarnos “¿Qué tan seguro es lo que construimos?”, sin embargo, generalmente lo que es construido, se ejecuta en función de un diseño, por lo tanto, la pregunta pudiese extenderse de la siguiente forma: “¿Qué tan seguro es lo que diseñamos?”.


En cualquier rama de la Ingeniería, el diseño consiste en el modelaje matemático aplicado a una situación en particular, para el dimensionamiento de los elementos que lo componen, y así responder a un determinado uso y operación. Generalmente, se conciben, de manera esquemática, los componentes de un determinado sistema y su interacción, se propone un dimensionamiento para sus elementos, y se modela en función de ciertas solicitaciones de servicio (carga, caudal máximo, etc.), a fin de verificar si el comportamiento del sistema es aceptable o no. En caso de ser esto último, se revisan tanto el esquema del sistema, sus interacciones, el dimensionamiento de los elementos y las solicitaciones de servicio hasta que cumpla debidamente. El cumplimiento está determinado por normas, reglamentos o similares.


Dentro del proceso del diseño, se introduce el concepto del factor o coeficiente de seguridad, el cual corresponde al cociente entre el valor estimado para la capacidad máxima de un componente de diseño y el valor esperado al que será sometido dicho componente en servicio. Se trata de un factor superior a la unidad. Cabe indicar que este coeficiente es una medida del índice de seguridad de dicho componente de diseño. Generalmente, lo que se construye proviene de un diseño que ha considerado, este factor, lo que provee confiabilidad al componente de diseño.


Curvas de las probabilidades de solicitaciones y resistencia de un elemento de diseño

En síntesis, podríamos considerar que una estructura, sistema o sus componentes, se diseñan con un margen de seguridad y, si se construye en función de este diseño, podríamos considerar que la obra es segura.


Lo que hemos visto en redes sociales, parece responder a estructuras y obras que, han sido construidas hace algún tiempo, y las cargas o solicitaciones a las cuales se han visto sometidas, inclemencias del tiempo, peso propio, poco mantenimiento, impactos, accidentes y otros, las han hecho colapsar, en algunos casos, con víctimas lamentables. Podríamos pensar, sin embargo, que mientras estas estructuras estuvieron en servicio durante su vida útil, se mantuvieron firmes y no provocaron riesgo entre sus ocupantes.


En resumen, respondiendo a la pregunta inicial, sobre qué tan seguro es lo que construimos, podríamos afirmar que las obras que levantamos, ciertamente son seguras, si se diseñan y construyen debidamente. Ahora es cuando vamos a internarnos en el ámbito ético y, para ello, abordaremos el caso del niño que pereció dentro de una cuneta abierta en un proyecto residencial en la provincia de Panamá Oeste.


No es nuestra competencia, abordar esta situación desde el punto de vista de cómo perdió la vida el infortunado niño. Eso es asunto que les corresponderá a las autoridades respectivas. Tampoco pondremos en duda si la estructura de drenaje estaba correctamente diseñada, ya que, si estaba construida, en un proyecto residencial, debió haber formado parte de un conjunto de planos, el cual contaría con el refrendo del ingeniero diseñador y las autoridades pertinentes.


Consideramos, por ende, que fue construida siguiendo los parámetros, normativas y reglamentaciones vigentes, por lo cual concluimos que la obra sería “segura”. Sin embargo, creo que más allá de preguntarnos si lo que diseñamos y construimos es seguro, cabe preguntarnos si es una obra “humana”, es decir, apta para el uso y disfrute de los usuarios últimos, que no son los promotores de la obra, ni tampoco las autoridades locales, ni mucho menos los ingenieros que firmamos planos. Hablamos de quienes residen en estos proyectos, quienes utilizan los edificios que levantamos, quienes circulan por las arterias vehiculares, esos son los usuarios últimos hacia quienes realmente debemos diseñar y construir.


Podremos hacernos muchas preguntas en cuanto a las dimensiones, ubicación y otras cosas más con relación a la cuneta y si tuvo algo que ver con el accidente del pobre muchacho. Sin embargo, en el futuro, podríamos hacer nuestros diseños preguntándonos, ¿esta cuneta es tan ancha como para que pueda caber una persona?, por ejemplo. Si ese es el caso, proponer otro tipo de soluciones hidráulicas ya que nuestro objetivo fundamental debería ser que el diseño, y la obra construida, puedan servir de manera segura a las personas.


Como ingenieros diseñadores y constructores, debemos pensar más allá de quienes van a recibir el proyecto de manera inmediata, nuestro cliente, que bien puede ser una institución pública, un promotor privado, un particular, etc. Consideremos que toda obra que diseñemos y construyamos, tendrá un usuario último, quien debe sentirse a gusto y seguro con nuestro trabajo y debemos anticiparnos a todo aquello que pudiese representar un riesgo para su integridad física personal o colectiva. Esto constituye hacer el bien y no crear perjuicio, es decir, ser éticos.

 

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