Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la ciencia es el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”. Utilizando la misma fuente de conocimiento, la ingeniería es el “conjunto de conocimientos orientados a la invención y utilización de técnicas para el aprovechamiento de los recursos naturales o para la actividad industrial”. Por lo tanto, podemos decir que la ingeniería es ciencia por cuando utiliza una serie de conocimientos adquiridos para la realización de proyectos y obras.
Por otra parte, el arte, conforme al mismo diccionario, tiene las siguientes acepciones: capacidad, habilidad para elaborar algo, manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros y conjunto de preceptos y reglas necesarios para su creación. Seguramente estaremos de acuerdo en que la ingeniería consiste en la competencia para construir, ejecutar o producir cosas, basándose en la interpretación de los conceptos técnicos y científicos según determinadas normas. Por ende, la ingeniería, también es arte.
El logo de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos consiste en un puente que une las palabras “Ciencia” y “Arte”, siendo ésta una obra que bien puede ser ambas cosas. Sin embargo, cuando ocurre el desbalance entre ciencia y arte, ¿cómo conseguir el equilibrio? ¿de qué forma podemos establecer ese balance?
El filósofo peruano Miguel Giusti, en una serie de videos interesantes que ha publicado en YouTube en el canal llamado “El Talón de Aquiles” propone una orientación para lograrlo, tomando en cuenta el método, el objetivo y el ámbito de la realidad tanto de la ciencia como del arte. En cuanto la primera, su metodología corresponde a una descripción o explicación de la realidad con el propósito de encontrar la veracidad o falsedad de las cosas. Con respecto al arte, se vale de una base apreciativa, con la intención de determinar su calidad estética. Sin embargo, un proyecto de ingeniería podría concebirse correctamente siguiendo las normativas y reglamentaciones técnicas, satisfaciendo todos sus requerimientos, pero que sea “fea”. Por el contrario, puede conceptualizarse una obra “bonita”, aunque no satisfaga los requisitos técnicos correspondientes. Debería, entonces, haber un balance.
Si antes de la aparición de la pandemia, el mercado de servicios de ingeniería era competitivo, ahora con la coyuntura de la pandemia del Covid lo es aún más. La cantidad de trabajos demandada sigue siendo limitada y la oferta de profesionales dispuestos a atenderla aumenta. Los ingenieros podríamos caer en la tentación de sacrificar calidad para ofrecer un producto accesible sin privarse de obtener una utilidad. Ganar un cliente en estos días es sumamente difícil, pero drástico aun es perder al que se tiene. Es aquí donde la ética, surge para establecer el balance entre ciencia y arte.
Recordemos lo que ya hemos planteado sobre la ética en nuestros escritos anteriores. La ética es una concepción valorativa de la vida, dicho de otra modo, es una forma de vivir nuestras vidas de la mejor manera posible. Por lo tanto, en el ejercicio profesional, para hacerlo éticamente, debemos ejecutar nuestro trabajo de la mejor forma posible, es decir, haciendo siempre lo que es correcto, o sea, procurando el bien de los demás y no crear perjuicios.
Si bien es cierto el mercado está bastante competitivo, no debemos perder de vista que en nuestro proceder, hay que ser éticos. De hecho, el Código de Ética de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos comienza diciendo “Son contrarios a la ética, los actos siguientes:” y se enumeran una serie de acciones que no deben realizarse ni contra la profesión, el público, los colegas y los clientes. Por lo tanto, tenemos que producir bienestar, como no crear daño.
La presentación de una oferta de servicios, su ejecución y la atención al cliente, una vez concluido, debe ser el resultado de una profunda meditación técnica, económica y ética, enfocada en proveer un beneficio y bienestar de quien paga por el trabajo y al usuario final (no siempre son la misma persona), satisfaciendo sus necesidades, procurando dar valor a la solución aportada a un precio razonable y justo ofreciendo tanto ciencia como arte en nuestra labor.
En GEODINAMICS, procuramos, en el desarrollo de nuestro servicio establecer el balance entre ciencia y arte, utilizando nuestra filosofía de las 4 C’s, las cuales son cumplimiento, comunicación, compatibilidad y compromiso. Desde el momento en que establecemos contacto con el cliente o el posible cliente para ofertar nuestros servicios, tratamos de aplicar estos cuatro preceptos con el objetivo de que quien nos contrate tenga una experiencia satisfactoria por el trabajo desempeñado, dentro de un marco de respeto y responsabilidad.
En general, todas las profesiones deben ejecutarse de la mejor manera posible, proporcionando beneficio y bienestar sin generar daños a los demás. De no hacerlo así, habrá consecuencias que tendremos que afrontar. Muchas carreras profesionales, cuentan con un marco ético para que quienes realizan las actividades asociadas, sepan cómo orientar su comportamiento. Este será un tema que se abordará próximamente ya que sería interesante meditar si es necesario un código ético, sabiendo que, fundamentalmente, nuestro ejercicio debe procurar ofrecer beneficios a los clientes, la comunidad, nuestra ciudad, el medio ambiente y no crear perjuicios.
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